(EFE) En su puesta de largo como local el Real Madrid volvió a las andadas, al retorno al pasado más reciente, el que le marginó de los éxitos y le sumió en una de las temporadas más críticas de su historia, tras dejarse dos puntos en la visita del Valladolid (1-1).
Le bastó con poco al conjunto de Pucela para dar con el premio en Madrid ante un rival al que le falta pegada, verticalidad y al que aún le tiemblan las piernas ante el mínimo contratiempo después del curso anterior.
Tuvo el partido ganado, con el gol de Benzema a ocho del cierre. Pero no lo supo gestionar y fue víctima de sus errores individuales. Sergi Guardiola devolvió los fantasmas al Bernabeu.
Gareth Bale y James Rodríguez son el ejemplo más claro. Si hace una semana, en Balaídos, fue el galés el que respondió a la confianza de un técnico que le había mostrado la puerta de la salida tiempo atrás, en esta ocasión fue el colombiano el bendecido por el golpe de timón dado por el galo.
Tras dos años de cesión en el Bayern James regresó a un once blanco. Desde mayo del 2017 el colombiano no ejercía de madridista. Lo hizo ante el Valladolid, un equipo ordenado, con desparpajo, a punto de puntuar hace un año y ahora reforzado por los tres puntos que arrancó del Benito Villamarin.
La condición de líder y la aseada imagen mostrada ante el Celta dieron carpetazo a los recelos del público, que no llenó, ni mucho menos, el estadio. Madrid aún está de vacaciones.
Fue Isco Alarcón, uno de los más motivados y que sobresalió en la primera parte, el que ocupó el lugar del sancionado Modric. James, sin embargo, saltó al campo en detrimento de Vinicius. Lo acusó el conjunto de Zidane en la primera parte.
El Valladolid, que contó con las ausencias de Sandro Ramírez y Rubén Alcaraz pero con el estreno oficial de Pedro Porro, se sostuvo simplemente con orden. Líneas juntas y trabajo ante un rival acomodado con la pelota pero lento en la transición.
Isco, James, Kroos y Benzema aseguran el control, el juego. Pero con Bale, intermitente y sin espacios, el Real Madrid careció de profundidad. Es lo que perdió mientras Vinicius estuvo en el banco. El brasileño es vértigo, agitación y descaro. Eso es lo que le faltó al conjunto de Zidane, que no tiró entre los tres palos hasta la media hora.
Las llegadas al área de Masip fueron fuegos de artificio que se marcharon fuera. Con centros de Kroos y de Isco casi siempre desaprovechados. En el último tramo antes del intermedio el partido se abrió. James pudo marcar en más de una ocasión. Un cabezazo, un tiro y un golpe franco. Opciones claras siempre fuera del arco.
Excepto un disparo sin ángulo de Benzema, nada supuso una amenaza seria para el guardameta del Valladolid, que mantuvo el tipo sin sobresaltos.
El partido se abrió del todo después y las llegadas del conjunto pucelano frecuentaron. Adelantó las líneas y eso le proporcionó acometidas muchas veces en superioridad que aventuraban problemas para el Real Madrid en cualquier momento.
Zidane no esperó y antes de la hora de juego ya dio entrada a Vinicius. Quitó a James, que se llevó la ovación de un público nostálgico de los buenos tiempos de antaño. Cualquier cosa le vale al madridismo después del caos.
El técnico francés buscó una nueva solución a la falta de gol con la entrada del serbio Luka Jovic. Dos puntas. Él y Benzema en punta. Bale, que empezó en la derecha, a la izquierda y Vinicius al otro lado. Pudo dar resultado al instante. Un centro del galés lo envió al larguero el delantero balcánico.
Al Real Madrid le entraron las prisas y el partido enloqueció. Waldo obligó a Courtois, hasta ese momento inédito y un centro posterior de Nacho, envenenado, no encontró rematador. Fue a causa de una doble pérdida de Vinicius, impreciso en ataque y alocado en defensa.
Benzema alivió la situación en el tramo final. El de siempre. Recibió de Varane un balón de espaldas, dentro de área, giró y llevó el balón al palo izquierdo de Masip. Fuera de su alcance.
No supo el Real Madrid gestionar la ventaja ni eliminar a los fantasmas del pasado. Una pérdida de balón en el centro del campo propició un robo gracias a la presión. Oscar Plano vio la entrada por la izquierda de Sergi Guardiola que superó a Courtais para premiar a su equipo en el Bernabeu.
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