Sólo hubo un equipo sobre el césped de Wembley y fue en el que estuvo Heung-Min Son. El surcoreano se hizo dueño del Tottenham Hotspur, marcó un gol y bailó a un Chelsea (3-1) que deja de estar invicto en la Premier League y que ve cómo sus opciones de título se difuminan.
Son, en su mejor actuación de la temporada, se echó al equipo a la espalda y fue fundamental en el arranque del Tottenham, que en los primeros quince minutos se puso por delante con goles de Dele Alli y Harry Kane.
El Tottenham salió avasallando, tomando las riendas y lo sembrado por Inglaterra contra Croacia hace una semana en el mismo escenario. Hizo pequeño al Chelsea y lo arrinconó contra su área. Lo convirtió en un rival menor y jugó con él como quiso.
La salida fulgurante tuvo su premio a los ocho minutos, con todo el Chelsea en su área defendiendo un balón parado.
Christian Eriksen, ya recuperado de sus problemas abdominales, cerró una falta lateral, a la altura de la línea del área.
El cuero flotó hacia el primer palo, donde Alli, más rápido que toda la defensa ‘Blue’, metió la cabeza para batir a Kepa Arrizabalaga.
El asedio era tal que el Chelsea apenas pasaba del centro del campo.
El segundo era cuestión de tiempo y solo un Kepa providencial lo evitaba. En cuanto tuvo un fallo, el Tottenham puso distancia.
Kane se hizo con un balón en tres cuartos de cancha, avanzó unos metros hasta la frontal y sacó un disparo raso y sin aparente peligro. La maraña defensiva le tapó la visión y el balón se coló ante su incrédula mirada.
En ese juego coral, una figura estaba destacando en la sombra. Son aprovechaba la velocidad para crear constantes problemas y para hacer estragos en la lenta defensa ‘Blue’, conformada por Antonio Rudiger y David Luiz.
La mala fortuna le negó el gol en una impresionante cabalgada desde el centro del campo y su balón, tras despistar a Rudiger, se marchó por encima del larguero.
Kepa, con dos acciones milagrosas bajo los palos, destacando una parada abajo a una volea de Alli, evitó una mayor sangría antes del descanso. Los jugadores llegaron al túnel de vestuarios y Son se fue con una deuda por cobrar.
Se esperaba una reacción de los de Maurizio Sarri y lo que hubo fue otro monólogo de Son.
El surcoreano volvió a tomar la banda derecho como su jardín y en una jugada al contraataque selló su partido.
Salió desde costado derecho, se metió dentro del área y dejó tirados a David Luiz y a Jorginho. Solo le quedó batir por bajo a Kepa para redondear la jugada y dejar un 3-0 en el electrónico de Wembley que aún pudo ser peor.
Kane tuvo el doblete y Alli pudo hacer el cuarto si un disparo suyo no se hubiera perdido más allá del travesaño.
El Chelsea vagaba sin esperanza y entre los silbidos a Marcos Alonso, por los dos goles que marcó aquí en el choque del año pasado. Álvaro Morata, titular, apenas olió el cuero y pasó inadvertido como Eden Hazard.
La ovación al cambio de Son, con más de quince minutos aún por delante, dio carpetazo a un encuentro en el que muchos aficionados abandonaron antes de tiempo el campo, perdiéndose el gol del honor del Chelsea, anotado en un buen cabezazo de Olivier Giroud.
Los de Stamford Bridge se quedan a siete puntos de la cabeza de la tabla y el Tottenham, que visitará al Arsenal la semana que viene, sube al tercer escalón de la Premier, con 30 puntos.
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