Una derrota sonora y rotunda, un 4-0 en Dortmund, golpeó en la Liga de Campeones al Atlético de Madrid, que fue devorado por la eficacia de su adversario y se llevó la peor derrota de la era Diego Simeone, víctima de un fracaso impensable y comprometiendo al límite su objetivo del primer puesto.
El marcador quizá fue exagerado, tal vez no hubo tanta diferencia en el juego, pero un resultado tal no fue una casualidad, porque el Atlético cometió errores atrás, porque la sustitución de Saúl Ñíguez no pareció acertada y porque no fue por el partido hasta el segundo tiempo, cuando ya perdía 1-0.
Es cierto que en el 1-0 en contra no tuvo suerte, un disparo raso de Witsel desde el borde del área cerca del descanso que no tenía otro destino que las manos de Jan Oblak hasta que impactó en el pie de Lucas Hernández, desviado definitiva e invariablemente hacia el lado contrario para hacerlo inalcanzable para el portero esloveno.
Pero igual de cierto es que el Atlético, más allá de una puesta en escena prometedora, sólo contó media ocasión en todo el primer tiempo, un derechazo raso de Griezmann al lateral de la red que ni siquiera exigió la estirada del portero, o que la mejor acción de todo ese tramo de Diego Costa fue en defensa para evitar un remate.
La posesión entonces, también después, salvo algún rato, supuso una carga pesada para el Atlético, que de principio le valió para contener cada transición veloz que intuía de su adversario, pero para poco en ataque; muchos amagos, algún centro y ninguna oportunidad, todas frustradas cuando el balón necesita más agilidad, más inventiva, cuando la precisión define si habrá o no ocasión.
Hasta ahí no sufrió el Atlético. Después, en el viaje hasta el descanso, sí sintió ya la rapidez de su rival, el paso atrás que le provocó por momentos, un disparo de Witsel desde lejos que atrapó desde el suelo Oblak, un remate fallido por dirección y altura con todo a favor de Pulisic, el citado gol y un cabezazo más de Zagadou.
En seis minutos de la segunda parte, dobló no sólo toda la sensación en ataque de la primera, sino también sus oportunidades, las dos de Saúl, recolocado más hacia la derecha y más arriba con las variaciones tácticas del intermedio. No marcó por una cuestión de centímetros. Primero tiró fuera, después chocó con el travesaño.
Dos zurdazos para agitar el partido, para reafirmar la ambición que requería el reto de levantar un 1-0 en el Signal Iduna Park de Dortmund y para causar temor en el Borussia. Aún lanzó otro tiro más en ese tramo, desde esa posición por la derecha, también con la zurda, esta vez detenido desde el suelo por el portero Roman Bürki.
Por la presencia de Rodrigo y, sobre todo, por el paso adelante no sólo sobre el ‘tablero’ verde en cuanto a la presión, sino también en la ambición, la pretensión y la renovada vocación ofensiva del equipo a la caza del empate, el Atlético era mejor que antes y que su rival.
No fue absolutamente constante, pero sí insistente, mientras Simeone sustituyó a Saúl, el más incisivo del segundo tiempo, por Correa, mientras el cronómetro descontaba minutos aún con el 1-0 en el marcador, mientras el Dortmund se rebeló un rato…
Y el partido se escapó ya sin remedio con el 2-0 de Guerreiro a pase de Achraf. El poste luego frustró a Correa, pero el duelo ya estaba perdido, más aún con el 3-0 al contragolpe que sirvió Achraf y marcó Sancho, en posición de fuera de juego, y finalmente con el 4-0 de Guerreiro que completó el golpetazo del Atlético en Dortmund.
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