Los conocimientos nos facilitan el ingreso a una empresa, mas es la sabia gestión de los factores emocionales y mentales la que nos permite avanzar en esta. Hoy, en la selección de ejecutivos, las llamadas «competencias blandas» están por encima de los títulos académicos. En el mercado laboral no se valoran las escuelas de negocios por su prestigio, sino por el capital psicológico positivo de sus egresados. Resumimos sus componentes en estas ocho dimensiones. ¡Veamos!
Autoeficacia: Confiar en las habilidades personales y saber orientarlas hacia logros concretos induce al aprendizaje y, producto de decisiones oportunas, a resultados positivos. Los buenos hábitos y la apertura al aporte constructivo aumentan el sentido de independencia responsable.
Relaciones: La participación colaborativa −y no la competencia entre colegas− es vital para crear sentido de solidaridad, de apoyo y de pertenencia. Una persona de trato afable y cordial siempre suma, mientras que la de trato displicente tiende a complicar el ambiente laboral.
Inteligencia emocional: Reconocer y gestionar emociones propias y ajenas propicia actuar con empatía, sensatez y compasión. La tolerancia abre puertas y tiende puentes, la agresividad levanta muros y cierra el paso. Por su parte, la ecuanimidad implica buen juicio, inspira confianza.
Resiliencia: Los valores sólidamente expresados en conductas son como árboles frondosos de raíces profundas, pueden doblarse, pero no se quiebran. El máximo esfuerzo vence a la adversidad y no cesa ante el éxito. Perseverar es una virtud del que jamás renuncia a sus ideales.
Innovación: Una mente serena, en paz y proactiva propone soluciones asequibles y valiosas, no se concentra en identificar problemas conocidos. Entonces, el capital psicológico se acrecienta cuando crea, resuelve y es disruptivo; está en el bando de los que se preguntan cómo avanzar.
Adaptabilidad: No se trata de ser indiferente ni manipulable, sino de comprender las circunstancias, fluir con ellas y así llegar a buen puerto. Al ser flexibles, el criterio ajeno nutre el nuestro y, sin perder de vista el rumbo trazado, enfrentamos las situaciones serenamente.
Esperanza: Creer que algo será posible produce optimismo y alimenta el espíritu en momentos difíciles. La expectativa positiva es fuente de automotivación que, a su vez, energiza a quienes no claudican en su convicción de que serán capaces de conseguir su objetivo.
Significado: La claridad del propósito superior de los objetivos planteados da sentido profundo a las renuncias necesarias, sosiega el ego y la presunción, muestra las prioridades. Además, reviste de humildad a quienes elevan el vuelo de sus actos para trascender las pequeñeces que obstaculicen el camino.
Esta lista nace de la observación de líderes genuinos, de personas que, de manera silente y sabia, impulsan a sus equipos. En relación con cada una de las dimensiones expuestas, y en una escala de 0 a 10, ¿cómo calificaría su capital psicológico positivo? ¿En cuáles podría mejorar? ¿Cómo?
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