(EFE) El alemán Jürgen Klopp pisó por vez primera como entrenador el Camp Nou, donde descubrió el templo del argentino Lionel Messi, que dinamitó las semifinales de la Liga de Campeones con un doblete en el segundo tiempo (3-0).
En su primera experiencia, el técnico teutón, que en la previa matizó unas declaraciones en las que ponía en duda que el estadio azulgrana fuera un templo del fútbol europeo, descubrió un escenario enfundando con la mística de las grandes noches.
No era para menos. Nadie quiso perderse el partido y las gradas se llenaron con 98.299 almas para degustar unas semifinales de la Liga de Campeones cuatro años después.
Ya en la previa del partido, los aledaños del estadio azulgrana presentaban un aroma distinto al habitual. Los aficionados locales llegaron al Camp Nou con más antelación.
Contra el conjunto inglés, Messi repitió con otra actuación soberbia en el segundo tiempo. Con un Barcelona más estirado de lo habitual buscando el tanto en transiciones rápidas, el argentino se desgastó en el primer tiempo.
Intenso en la presión e hiperactivo en ataque, completó una primera media hora que, pese a no ver portería, se mereció la ovación del Camp Nou.
Luis Suárez, que se batió en un intenso duelo con Virgil Van Dijk y Joël Matip, abrió la lata en el minuto 26 con un tanto de ‘9’ puro tras un centro preciso de Jordi Alba, uno de los mejores jugadores del primer tiempo.
Lo celebró con rabia el charrúa ante su exequipo, si bien después de recibir la felicitación de sus compañeros se dirigió a los aficionados del Liverpool, situados en el tercer anfiteatro, con un gesto de perdón.
Si en el primer tiempo el héroe de la afición del Barcelona fue Luis Súarez, en los primeros minutos del segundo los aplausos fueron para Ter Stegen.
Con el Liverpool mandando en ataque, el guardameta apareció en tres ocasiones para evitar que Milner, en dos disparos, y Salah igualaran el encuentro.
El Camp Nou, en cambio, abroncó a Coutinho tras dos pérdidas de balón consecutivas. Más aplausos recibió el brasileño, cabizbajo, cuando Valverde le sustituyó por Semedo en el minuto 60.
Messi se acordó de Coutinho en la eufórica celebración de su primer tanto de la noche, en el minuto 75, con un gesto pidiendo a los culés que no silbaran a su compañero.
En el 82, se inventó un libre directo estratosférico que entró por la escuadra de Alisson. El templo de Messi estalló para celebrar un resultado que deja al Barcelona a 90 minutos de la final de la Liga de Campeones, la copa que a principios de temporada el argentino calificó de «linda y deseada».
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