Contractura muscular: qué es y cómo tratarlo

La contractura muscular consiste en la contracción persistente e involuntaria de un músculo. Como consecuencia patológica del aumento de tono muscular que refiere disminución de movilidad, dolor e inflamación.

Mecanismo de lesión

La contractura muscular aparece esencialmente debido a una fatiga mecánica, es decir, cuando se exige al músculo un trabajo superior al que puede realizar. Estas cargas de trabajo pueden ser de manera intensa y puntual. También pueden ser suaves pero sostenidas en el tiempo (mantener una postura inadecuada durante tiempo considerable). O bien, pueden darse de forma repetitiva.

También sabemos que un estiramiento muscular excesivo produce un efecto rebote de contracción. Este accionar puede  llegar a un aumento del tono muscular, originando la misma contractura muscular en cuestión.

 

Detalles importantes a considerar:

Algunas anomalías de la columna vertebral, desequilibrios de la musculatura, o mecanismos de defensa ante otras patologías favorecen a que algunos grupos musculares estén trabajando constantemente más de lo necesario, lo cual les predispone a contracturarse. Algunas de estas otras patologías pueden ser hernias discales, profusiones, distensiones, roturas, tendinitis, entre otros.

El dolor por contractura:

El dolor que es producto de la contractura muscular, generalmente es debido al aumento de tono muscular, lo cual a su vez provoca la compresión directa en el sistema nervioso que se encuentra en el músculo o por la compresión de la arteria que pasa por ellos y que le aporta nutrientes y oxígeno. Dicho efecto provoca que disminuya la irrigación sanguínea. Este último hecho tiene como consecuencia que se cree un círculo vicioso porque un músculo con poca irrigación sanguínea se contractura más fácilmente y la poca irrigación sanguínea  activa los nervios del dolor.

Tratamiento y rehabilitación:

El tratamiento en fisioterapia para las contracturas consiste en la relajación muscular para la reducción del tono y mecanismos para que mejore el riego sanguíneo y disminuya el dolor.

Para esto las técnicas más frecuentes a utilizar son:

  1. Masaje y estiramientos: El masaje provoca aumento del flujo sanguíneo, recuperando los tejidos y relajando los músculos (siempre y cuando dicha contractura lo permita, dado que, hay casos donde la inflamación es tanta que sería contraproducente dicho procedimiento).
  2. Termoterapia y electroterapia: El calor local y profundo produce un efecto relajante y analgésico. Por lo tanto, resulta útil al momento de calmar la contracción muscular.
  3. Ejercicios destinados a mantener la movilidad y al fortalecimiento muscular. Entre otros.

 

Escrito por: Dra. Andrea Fernández
Fisioterapia Heredia

Fuente colaborativa: fisionet.net