Walter Centeno tuvo que recibir golpes para madurar como Director Técnico, hoy puede presumir tener un título internacional después de diez meses de su debut oficial como el estratega de la escuadra morado.
Sin embargo, para amarrar la victoria ante el Motagua de Honduras, la escuadra morado tuvo que dejar de lado un poco el romanticismo y abrazar la contundencia, el mejor aliado para así sellar el empate en el Tiburcio Carías Andino y lo que dejó a la postre ese nuevo trofeo en las amplias vitrinas del estadio Ricardo Saprissa Ayma.
Paté siempre ha mantenido la idea que su equipo debe realizar al menos por encuentro 400 pases; sin embargo lo máximo que los morados lograron en esta serie de final ante el Motagua fue el de 352, una cuota muy aceptable.
Para el primer cotejo que se realizó en el Ricardo Saprissa Aymá, el Monstruo fue ampliamente superior que los catrachos, realizó siete disparos a marcos, cuatro más que el equipo de turno, además concretó 307 pases de 352 que realizó, lo que dejó un 90% de efectividad.
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En la posesión de la pelota también dominó pues en ese cotejo llegó a tener 62% sobre el 38% de los dirigidos por Diego Vázquez.
A pesar del 1 – 0, los morados para el cotejo de vuelta tenían la dura misión de mantener esa mínima ventaja, y el ambiente hostil hacía ver un cotejo sumamente complicado para tener posesión de pelota, sin embargo, Walter Centeno supo que llevar el cotejo y terminó dominando en estadística a los de Tegucigalpa.
291 pases tramitó la escuadra tibaseña, dónde la productividad fue de un 90%, y realizó 14 disparos de los cuales cuatro fueron al arco y pusieron en serios aprietos al arquero del Motagua.
El dominio de los tibaseños también se evidenció en el cotejo de vuelta con la posesión de pelota a su favor pues marcaron 55% sobre el 45% que obtuvo el Motagua.
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